No te vamos a preguntar si te has echado la siesta últimamente, sino si te has echado una buena siesta. Y es que no todas las siestas son reponedoras o placenteras. Muchas nos dejan atolondrados, con mal cuerpo y ganas de poco.

Otras en cambio, como la de Joey y Rosss en aquel capítulo de Friends, son completamente ideales: reponedoras, con la duración adecuada y capaces de sacar lo mejor de nosotros mismos en las horas siguientes. Pero ¿Cómo lograrlo? ¿Hay alguna técnica para conseguirlo? Pues parece que sí…

La duración es clave.- Los expertos dicen que de 10 a 20 minutos son suficiente. En todo caso, puedes alargarla un poco más, pero no pases nunca de una hora, pues será contraproducente.

Recuerda que la siesta es un pequeño descanso y que si hemos dormido suficientemente bien por la noche, no deberíamos necesitar más de 20 minutos para reponernos después de comer.

Ahora, esos 20 minutos, bien aprovechados, pueden hacer la diferencia entre una tarde provechosa y una llena de fatiga.

No te eches la siesta en cualquier momento. Sí, aunque el ritmo circadiano de cada persona es distinto, la siesta es un descanso previsto para tomar fuerzas a mitad de jornada, por lo que lo ideal es echártela a partir de las 15:00 de la tarde y nunca más allá de las 17:00 horas. En general, la idea es que se corresponda con el tiempo en que estamos haciendo la digestión, pero que no abarque todo este periodo.

Elige bien el lugar. Es, quizá, lo más importante. Porque de ello dependerá que el descanso sea verdaderamente reponedor. Si puedes hacerlo a la sombra de un árbol perfecto, pero si no, la habitación más fresca de la casa también te servirá. Solo evita los ambientes excesivamente calurosos, cargados o ruidosos, porque no descansarás bien, y el sueño se puede convertir en pesadilla.

Ya lo sabes, si la siesta es buena será reponedora, te relajará, mejorará tu rendimiento posterior y también tu humor y por supuesto tu desempeño en el estudio.

Así que descansa, ¡pero hazlo bien!