El olvido está lleno de memoria


¿A quién no le ha pasado alguna vez?

Después de meses preparando un examen, la visión del folio en blanco te provoca una terrible sensación, un pensamiento agónico: que tu mente está tan vacía como la hoja de respuestas. Que todo lo estudiado se ha esfumado y eres incapaz de recordarlo.

Sin embargo, sólo es el estrés intentando apoderarse de la situación. Si has estudiado a conciencia , tranquis , todos esos datos están ahí almacenados. Sólo tienes que calmarte  y encontrar la ubicación del archivo después.

El problema es que la memoria es puro caos y no es tan fácil como buscar una carpeta en el ordenador. Pero para facilitar la búsqueda están, por ejemplo, las reglas mnemotécnicas. Sólo hay que entender cómo funciona la memoria para aprovechar todo su potencial y lograr cierto orden dentro de ese caos.

De manera muy sintética se podría decir que  para almacenar un nuevo dato en nuestro cerebro las neuronas se conectan entre ellas, creando “trazados” o caminos. Cuando tratamos de evocar un recuerdo, las neuronas vuelven a recorrer ese trazado.

A veces basta con un olor, una imagen o una palabra para que un recuerdo acuda a nuestro pensamiento con una claridad pasmosa, incluso cuando llevas años sin pensar en eso. Que una sensación te ayude a recordar es una capacidad asombrosa del cerebro. Es un sistema tan efectivo que sólo requiere un poco de contexto o un estímulo para dar resultados. A la memoria le gusta ver, y le gusta tener un contexto.

“Recordar lo aprendido va a depender de cómo se ha trabajado la memorización”.

«Si mi forma de estudiar se apoya en varios inputs sensoriales (vista, oído, experiencias…) es pausada, razonada y prolongada y sigo evocando esos datos a través del repaso esos datos no se olvidan, permanecen en nuestra memoria. Por tanto, las técnicas de estudio van a ser cruciales en la consolidación de los recuerdos”.

Es decir, se trata de almacenar la información en la memoria a largo plazo, que es la que los convierte en algo permanente.

“La memoria a largo plazo mantiene la información inconscientemente, sólo se vuelve consciente en el momento que la recuperamos. Aquí se ubican imágenes, recuerdos de experiencias propias (autobiografía), conocimientos del mundo, conceptos, entre otros. A diferencia de la anterior, la memoria a corto plazo, tiene una capacidad y duración limitada y almacena la información conscientemente. Puede convertirse en memoria a largo plazo a través de la asociación significativa o la repetición».

A la hora de estudiar te pueden ayudar las reglas mnemotécnicas, basadas en  cómo el cerebro trabaja para retener los datos. Para él es más fácil visualizar que recordar una serie de números, por ejemplo. O memorizar el orden del abecedario con una canción, gracias al “poder recordatorio de la música”.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *