¡No te duermas al leer! Te damos las claves para evitarlo…


Leer es uno de los hábitos más gratificantes que existen. Pero, tanto si nuestra lectura es placentera como si forma parte del estudio, puede convertirse en tarea imposible cuando al hacerlo nos atrapa el sueño.

Y les pasa incluso a los lectores más voraces. La razón suele ser sencilla, pero puede ir variando y hay que descubrirla… Aunque es fácil. Fíjate en uno de estos cuatro elementos y averigua qué es lo que te esta produciendo esa irresistible somnolencia.

  • EL ESPACIO. Recuerda que es básico encontrar un rincón adecuado para leer. Si vas a estudiar… un escritorio ordenado, amplio y bien iluminado es lo ideal. También puede ser útil un sofá o una silla cómoda, pero con el respaldo adecuado. La palabra ergonomía sería la clave. O, dicho de otra manera, el diseño de espacios especialmente adaptados para esta tarea

En ese sentido, por muy popular que sea la imagen del libro en la mesita de cabecera es muy probable que leer en la cama te lleve antes a las profundidades del sueño que al siguiente capítulo.

  • EL SONIDO. Se trata de un estímulo que solemos abandonar, pero que es clave para nuestra concentración. Eso sí, si lo que estamos escuchando es demasiado relajante puede llevarnos también a un bonito viaje con Morfeo en apenas 5 minutos.

Nuestro consejo, recurre a la música instrumental más que a sonidos relajantes o repetitivos que son más apropiados para dormir.

  • LA LUZ. Luces blancas antes que luces cálidas o de colores. Luces naturales antes que luces artificiales y una intensidad suficiente, sin que llegue a molestar a la vista, sería la clave para evitar que la luz nos trasporte directamente al mundo de los sueños.

Además, si utilizamos dispositivos digitales es importante que la luz de la pantalla no sea demasiado agresiva. En este caso nos causará cansancio muy rápidamente, ni tampoco demasiado tenue, pues provocará dificultad en la lectura.

Porque no lo dudes, la iluminación tiene un gran poder en nuestra actitud y capacidad de concentración.

  • EL FACTOR PESONAL. Quizá sea el más difícil de identificar, pero puede ser el más influyente. Y es que una lectura poco motivante, sentarnos a leer justo después de realizar una fuerte actividad física o con el estómago demasiado lleno. O incluso la hora a la que intentamos hacerlo (y que varía en función de cada individuo, pues depende de nuestro ritmo circadiano).

Sin mencionar el estrés, que puede ser también un factor muy influyente.

Todos ellos factores decisivos para que los ojos se nos cierren sin apenas poder evitarlo. Así que no queda otra que aprender a conocernos y saber qué nos mantiene alerta y qué nos provoca verdadero sopor.

Y si descubres que el sueño que te sobreviene cada vez que abres el libro tiene varias causas, cuando antes empieces a atajarlas mejor. Te ahorrarás una buena dosis de frustración y volverás a disfrutar de la lectura como siempre.

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