¿Existe la hora perfecta para estudiar?


La respuesta corta sería que sí. La larga, que para cada persona es distinta y que ésta tiene que ver con los ritmos circadianos, entre otras cosas.

Se trata de los ciclos sueño-vigilia y de su conexión con nuestros periodos de máxima y mínima actividad. Y, en consecuencia, con nuestro rendimiento diario.

Porque nuestra capacidad para realizar cualquier tarea, incluidos los niveles de atención, concentración y memoria no son los mismos a cualquier hora del día. Sufren subidas y bajadas, pero la clave y la buena noticia, según la ciencia, es que son predecibles. Por tanto, podemos programar nuestra actividad en función de cuándo vamos a ejecutar una tarea con mayor eficacia.

Aunque para ello lo primero que tenemos que hacer es conocernos y saber qué tipo de persona somos. Y existen tres fundamentalmente:

  • Más conocidos como “matutinos”. Se trata de personas cuyo periodo de máximo rendimiento es a primera hora del día y que necesitan bajar los niveles de actividad a medida que se reduce la luz solar.
  • Normalmente denominados “vespertinos” duermen pasada la media noche y su periodo de máxima actividad llega a lo largo de la tarde.
  • Como su propio nombre indica no son ni alondras ni búhos y sus horas más productivas se encuentran en la segunda mitad de la mañana o primera de la tarde.

Ahora bien, si algo caracteriza al ritmo circadiano es que es personal, es decir, cada individuo tiene el suyo propio y no se ajusta necesariamente a un tipo de forma fija; y endógeno, o dicho de otra manera, permanece activo en cada individuo al margen de las circunstancias temporales. Lo que se traduce en que, aunque nuestro horario de trabajo se modifique nuestro ritmo circadiano no lo hará. O al menos no tan rápidamente.

Es por eso que se producen fenómenos como el jet lag cuando viajamos a una zona con un huso horario diferente, pero también que nuestro ritmo circadiano se ve alterado por los cambios en nuestras costumbres.

Por tanto, tanto el confinamiento como la desescalada a la que nos estamos viendo sometidos en 2020 van a afectar probablemente a nuestro ritmo circadiano.

¿Qué podemos hacer?

Aprovechar la modificación de horarios para adaptar mejor nuestro estudio al rimo circadiano que nos es propio. Y aprovechar las circunstancias para ello. En conclusión, aprender a gestionar nuestro tiempo.

Por tanto, si ahora tienes mayor flexibilidad horaria en el trabajo, intenta agendar tus horas de estudio y trabajo dentro de los periodos de máxima concentración para ti. Y las actividades que requieran un menor esfuerzo intelectual, puedes dejarlas para los momentos de mayor abotargamiento (que no te preocupes ¡todos los tenemos!).

Si, en cambio, tu agenda está muy ajustada, alarga la jornada a primera hora o a última en función de si eres un poco más alondra o un poco más búho. (Solo tú puedes saberlo ?).

Y, por último, aunque los ritmos circadianos no dependen directamente de la luz solar, sí están relacionados con ellos. Por tanto, aprovecha que llega el verano y que contamos con los días más largos del año, para encontrar esa hora en la que eres más productivo que nadie.

 

 

 

 

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