El camino hacia el éxito académico está construido con una pila enorme de buenos apuntes. Y en este caso el adjetivo “bueno” es la clave.
Porque los apuntes son el puente entre el profesor y el alumno. Son el producto fundamental de una clase, aquello a lo que acudirás para recordar lo que has escuchado, debatido o pensado durante la sesión (sea ésta virtual o presencial). Pero son también la conexión básica entre el libro y el estudiante.
Si has sabido recoger, de forma sencilla y fidedigna, lo que transmite el texto que acabas de leer o lo que acaba de decir tu profesor, tu capacidad para recordar, recuperar y madurar esa información se multiplica exponencialmente. Por esto, tomar apuntes es un verdadero arte.
La buena noticia… Que es un arte que se aprende y que se perfecciona mientras se desarrolla. Es decir, cuántos más apuntes tomas, mejor los tomas. Eso sí, es bueno seguir algunas reglas desde el principio, algo así como el decálogo del buen “apuntador”, que puede resumirse en estos cinco puntos:
- Lenguaje simple. Si escribes bien, mejor. Pero si no es así, no te preocupes. Lo importante es que la relación de ideas anotadas quede clara para ti. Que esté bien estructurada y que se corresponda con lo transmitido en el temario. No tienes que hacer un resumen perfecto, pero sí una buena relación de ideas, que más tarde te permitan elaborar ese resumen de forma adecuada.
- Símbolos claros y constantes. El uso de abreviaturas, flechas o cualquier otra clase de símbolos, signos o incluso dibujos (a modo de ideogramas) es muy recomendable. Lo más importante, en este caso, es que su significado esté claro y sea siempre el mismo, que no varíe de un día para otro. Por ejemplo, si utilizas el rojo para anotar excepciones a una regla, usa siempre ese color y no lo uses para nada más.
- Limpieza y espacio. Es bueno que tus apuntes respiren y que estén estructurados. Encabezados claros, desarrollos sin demasiados tachones y espacio para notas al margen y esquemas posteriores es lo ideal. La idea es que, cuando eches una mirada rápida a los apuntes, seas capaz de captar su contenido sin perder mucho tiempo y que puedas enriquecerlos más tarde, si perdiste algún dato en el fragor de la clase.
- Velocidad y buen ritmo. Es quizá lo más importante, porque no hay buenos apuntes sin una cierta velocidad de escritura. En este sentido, tomar apuntes puede asemejarse a conducir por una autopista, tienes que adaptarte sin dificultad al ritmo de los demás, tanto del profesor, como del resto de alumnos. Y hacerlo sin perder la dirección, es decir sin dejar de escribir, pero tampoco de escuchar y prestar atención. Por eso, no importa tanto si escribes a mano o directamente en un ordenador portátil o Tablet. La clave es que lo hagas suficientemente rápido. Sabiendo que conforme más apuntes tomes, mayor destreza ganarás.
- Toque personal. Los apuntes son el material didáctico más personal y personalizable que tenemos. Son como una buena comida, si está bien preparada y es nutritiva, será ideal para mantener nuestra salud. Pero si nos descuidamos y no nos preocupamos mucho por ella, podemos acabar pagándolo, en forma de déficit académico. Por eso toma apuntes para ti, para facilitarte la vida cuando los tengas que usar. Y hazlo consciente de tu forma de aprender.
Si memorizas mediante historias, puedes escribirlos como un relato. Si lo haces, en cambio, como una relación de ideas, las enumeraciones y las flechas abundarán en tus apuntes. Y si lo tuyo es la estructura mental, no faltarán nunca los esquemas. Solo tú puedes saber cuál es la forma que mejor se te adapta ?.
Por último, no te olvides que siempre es bueno poner tus apuntes en relación con los demás. Compartirlos con tus compañeros te ayudará a rescatar ideas que te hayan pasado desapercibidas, pero que sean importantes. Y será también una buena forma de mejorar y perfeccionar tu propia técnica.
Porque no lo dudes, cuando termine tu carrera académica, serás todo un maestro de este peculiar arte de “apuntar”.