3 hábitos sorprendentes que mejoran nuestra concentración


La capacidad de atención puede entrenarse, aunque no siempre sabemos cómo hacerlo.

Y es que concentrarnos, y más aún de forma provechosa durante periodos largos, a la hora de aplicarnos en una tarea, o de realizar una actividad (como el estudio) depende de muchos factores. Y, en este sentido, las costumbres y la forma de vida importan, y mucho.

De hecho, es probable que hayas oído hablar de los beneficios del ejercicio físico, del descanso o del cuidado del entorno para fortalecer nuestras capacidades cognitivas. Si no es así, aquí te dejamos este enlace, donde te explicamos cómo estas costumbres ayudan a mejorar, directamente, nuestro resultado en pruebas y exámenes.

Pero existen también otros hábitos menos conocidos, incluso sorprendentes y hasta contradictorios a primera vista, que nos ayudan a focalizar nuestra atención por más tiempo.

Aquí te dejamos tres ejemplos avalados, por supuesto, por la ciencia…

Escuchar música. – Cuando escuchamos música producimos más dopamina, lo que nos hace sentir felices, a la vez que estimulamos también a nuestro cerebro, predisponiéndolo al aprendizaje.

Eso sí, hay que tener muy en cuenta que no todos los géneros, o todas las melodías son buenas para el estudio. Y es que, según los resultados de una investigación, llevada a cabo en la Universidad de Oxford, los mejores ritmos son aquellos ni muy repetitivos, ni muy caóticos, lo que nos conduce directamente a géneros como el funk, ideales para concentrarnos durante horas, mientras que se descartan otros como el free jazz, por su excesiva riqueza sonora.

Al mismo tiempo, y aunque es preferible la música instrumental que la que contiene letras, esto varía en función del tipo de actividad intelectual a la que nos enfrentemos.

A partir de ahí, la cosa va en gustos: Desde la música clásica hasta el pop-rock más cañero. Todo sirve, pues nos aisla del entorno y centra nuestra atención durante horas.

Garabatear.- A primera vista, podría parecernos una distracción, o como mucho, una acción inocua, más relacionada con el aburrimiento que con la actividad intelectual.

Sin embargo, un estudio publicado en la revista Lancet, afirma que las personas que garabatean mientras escuchan una explicación en clase, o mientras atienden una conferencia retienen mayor información que las que no lo hacen. En concreto, hasta un 29% más.

La explicación está en que la acción de garabatear es inconsciente, pero nos permite mantener activo el cerebro, mientras podemos disociarla fácilmente de otra actividad consciente.

Meditar. – La meditación es el ejercicio perfecto para entrenar nuestra capacidad de concentración.

Obviamente, no se trata de “llegar al karma” entre repaso y repaso, pero sí de practicarlo a menudo, en nuestro tiempo de ocio, pues de esta forma estamos fortaleciendo nuestra capacidad de atención sin apenas darnos cuenta.

Además, al meditar no sólo potenciamos nuestra concentración, también nuestra memoria y lo hacemos mientras reducimos nuestros niveles de estrés. Todo en uno. Sin olvidar que existen diferentes técnicas para lograrlo, la mayoría llegadas del Lejano Oriente, donde se trata de una práctica milenaria.

Y si quieres conocer todos los beneficios de la meditación, te recomendamos también este artículo.

En conclusión, de poco nos sirve fruncir el ceño o sentarnos como el pensador de Rodin. Al contrario, la imagen de la concentración se acerca más a la del “típico despistado”, con sus cascos siempre a mano, mientras pintarrajea papeles en blanco y fija la mirada en el horizonte…

Eso sí, ¡Cada cosa a su debido tiempo! pues uno de los grandes retos que tenemos por delante es el de evitar la multitarea, demasiado habitual en nuestros días, y cuyo control es algo fundamental para mejorar la concentración. Por lo que sobre ello también profundizaremos en próximos artículos 😉

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